domingo, 17 de enero de 2010

Wolfgang Amadeus Mozart VII: Quintetos para Cuerdas Parte III


El caso de Mozart se me antoja inexplicable. ¿Cómo, si no, podría manifestarse la Divinidad, a no ser por la evidencia de los milagros que se producen en algunos hombres, que no hacen sino asombrarnos y desconcertarnos?
Johann W. von Goethe

V - Quinteto de Cuerdas Nº 5
en Re Mayor, KV 593
Gestados a escasos cuatro meses de distancia entre ambos, los dos últimos quintetos de cuerda  mozartianos se inscriben en el tramo final de la vida del compositor. Más concisos que los que integran el dúo anterior (los admirables K 515 y 516), los Quintetos K 593 y 614 materializan la bisagra temporal que separa dos etapas decisivas en la accidentada biografía del salzburgués.

Fechado por Mozart en diciembre de 1790, exactamente un año antes de su temprana muerte, el Quinteto nº 5 en Re mayor, K 593 representa, como pocas de entre sus partituras de aquella época, el resurgir del genio creador tras un período especialmente amargo en lo personal y desastroso en lo productivo: el que sucede a la negativa acogida vienesa al estreno de Così fan tutte el 26 de enero, la reinstrumentación en el mes de julio de dos oratorios haendelianos para el barón van Swieten (El festín de Alejandro y la Oda a Santa Cecilia) y un decepcionante viaje a Fráncfort en septiembre -el último viaje de Mozart- con motivo de los festejos que rodearon la coronación de Leopoldo II como emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

Como precisa Halbreich, “de vuelta a Viena a comienzos de noviembre, con menos dinero que nunca, iba a operarse un resurgimiento fulminante y, en un ramalazo vital, acumularía obras maestras a un ritmo asombroso durante los doce meses que le quedaban de vida”. Todo apunta a que la indicación de Composto per un Amatore ongharese (Compuesto para un aficionado húngaro), inserta en la primera edición de los K 593 y 614, elaborada por Artaria en mayo de 1793, hace referencia al acaudalado comerciante Johann Tost, en otro tiempo segundo violín en la orquesta del príncipe Esterházy, unido al músico por sus lazos con la francmasonería y a quien Joseph Haydn había dedicado poco antes los doce cuartetos de cuerda que integran sus Opus 54, 55 y 64.

Sea ésta la razón del renacido interés mozartiano por el quinteto de cuerda o se trate, simplemente, de una necesidad interior del compositor para materializar sus ideas musicales mediante una plantilla instrumental con la que, a juzgar por los excepcionales resultados conseguidos tres años atrás, parecía sentirse plenamente a gusto, el resultado en ambos casos fue, de nuevo, plenamente satisfactorio.

01-Larghetto - Allegro - Larghetto

Una solemne introducción lenta a modo de sucesivas preguntas y respuestas entre el violonchelo y los instrumentos agudos, marcada Larghetto, preludia de modo casi excepcional en la producción camerística mozartiana la irrupción del esperado primer Allegro, de marcada densidad contrapuntística que -otra rareza de un compositor, aquí, decididamente imprevisible- concluye su minucioso discurso con la inesperada reaparición, casi integra, del Larghetto inicial.

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02-Adagio
Dos temas estructuran el armazón del Adagio, página de emocionante patetismo y similar aliento al movimiento lento de la todavía cercana en el tiempo Sinfonía “Júpiter”: sereno y melancólico el primero y atormentado, casi febril, el segundo, a cargo del primer violín.


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03-Menuetto - Allegretto
La espontánea y viril rusticidad del Menuetto-Allegretto y los ritmos de danza popular que evoca el transparente Ländler del trío central, en el que el canto del primer violín parece emular trinos de pájaro, son rasgos que tiñen este delicioso movimiento con ecos haydnianos.

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04- Allegro
En forma de rondó, el Allegro conclusivo, efervescente y saltarín, con una levedad de trazo casi milagrosa, corrobora de nuevo la atracción de Mozart hacia la escritura fugada.

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VI - Quinteto de Cuerdas Nº 6
en Mi bemol mayor, K 614
Tras la inusitada sequía creadora de 1790, la venturosa gestación del Quinteto K 593 preludia una fulgurante floración de partituras memorables que ocuparán al músico a lo largo de los primeros meses del año siguiente y que ya sólo se detendrá  con su muerte, acaecida el 5 de diciembre de 1791. Nacen así el Concierto para piano nº 27 en Si bemol mayor, K. 595, las Fantasías para órgano mecánico K 594 y 608 y toda una serie de breves piezas orquestales de contenido danzable: los Minuetos K 599, 601 y 604, las Danzas alemanas K 600, 602 y 605 y las Contradanzas K 603, 607 y 609.

La composición del Quinteto nº 6 en Mi bemol mayor, K 614, fechado el 12 de abril, coincide con la escritura de la primera parte de La flauta mágica, una solicitud de Emmanuel Schikaneder -hermano de Mozart en la masonería, al igual que el ya citado Johann Tost- cuya redacción ocupará al salzburgués hasta finales de septiembre. Ambas obras, el delicioso Singspiel y el que habría de ser el último de sus quintetos, comparten idéntica tonalidad y una misma inspiración de “simplicidad casi popular” (Halbreich).

A menos de ocho meses de su extinción física, Mozart se despide de este género, al que acababa de suministrar tres de sus obras más hondas y conmovedoras, con una partitura optimista, serena y luminosa cuya placidez, que se diría ajena ya a las contingencias terrenales, haría preguntarse a los Massin: “¿Es la alegría de trabajar en una ópera nueva lo que irradia la obra mozartiana? ¿Es una iluminación espiritual lo que la conduce a este despojamiento?”

La riqueza temática de que hiciera gala el Quinteto K 593 cede ahora el paso ante una escritura esencializada, de transparencia y desnudez máximas, que subraya el entramado contrapuntístico y estructural de la obra y en donde la poderosa impronta melódica de Joseph Haydn parece evocarse por momentos, a modo de emocionado homenaje del fiel alumno a su siempre admirado maestro.

01-Allegro di molto
Una inagotable fluidez rítmica caracteriza al Allegro di molto inicial, cuyo motivo principal bien podría imaginarse en la voz de las trompas, como una fanfarria cuyos insistentes trinos dieran comienzo a una vibrante escena de caza; imagen frecuente en la obra de Haydn o, incluso, del propio Mozart.

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02-Andante
Si no resulta difícil imaginar este movimiento ambientado al aire libre, al estilo de una serenata o divertimento
para instrumentos de viento, el Andante que sigue es, indiscutiblemente, una escena de interior, cuyo sereno e introspectivo discurso desarrolla un tema con variaciones emparentado con el aria “Wenn der Freude Tränen fliessen”, que Belmonte canta en el segundo acto de El rapto en el serrallo.

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03-Menuetto-Allegretto
La sombra haydniana sobrevuela, como apuntábamos, los dos movimientos finales. El apacible Menuetto-Allegretto, con su tono habitual de danza campesina, encierra un trío cuyo tema arrullador insinúa la presencia de una cornamusa.

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04-Allegro
Un último Allegro, de amplio desarrollo ricamente elaborado en su faceta contrapuntística, clausura este quinteto, “tejido enteramente de luz”, que constituye para Mila “el triunfo del juego puro”. En 1793, dos años después de la muerte de Mozart, Artaria publicaba en Viena esta obra junto con su predecesora.

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Texto

Juan Manuel Viana: PDF sobre la integral de los Quintetos de Cuerdas de Mozart conciertos organizados por la Fundación Juan March - Madrid - Diciembre de 2008

SOBRE LA VERSIÓN DE LOS DOS QUINTETOS:
Violín I: Arthur Grumiaux
Violín II: Arpad Gérecz
Viola I: Georges Janzer
Viola II: Max Lesueur
Cello: Eva Czako

GRABACION:
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eldalai - se agradecen comentarios

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